lunes, 15 de marzo de 2010

Sacándome a pasear


Estoy ya un poco cansado de sacarme a pasear con la correa corta, de no tener margen de movimiento, de tener que renunciar a una dignidad y a un orgullo que considero inherente al ser humano pero que sólo unos pocos afortunados son capaces de disfrutar.
Pertenezco a una generación de fracasados que ha tenido la suerte (o la desgracia) de no sufrir una guerra, una hambruna, una censura o una represión. Puedo escribir en estas páginas aquello que se me ocurra por fuerte que parezca sin que nadie me moleste. Eso es bueno, obviamente, no pretendo derramar tinta a estas alturas en contra de nuestra democracia o libertad. Pero vivimos encerrados en una pecera que nos han hecho creer que es el mar, y sin ningún tipo de represión nos hemos vuelto más domesticados que nunca. Mi generación no conoce al enemigo, no sabe contra quién es contra el que se debe luchar. Nuestra preocupación es estudiar, encontrar un buen empleo, comprar una gran casa, un bonito coche, ir de vacaciones, drogarnos, etc.
Pertenezco a una generación de gasolineros, camareros, hamburgueseros y reponedores del carrefour. Hay médicos, abogados e ingenieros, sí, hay mucha gente que estudia y lucha. Lucha por tener un buen empleo, una gran casa, un bonito coche, ir de vacaciones, drogarse, etc. Lucha por integrarse en una sociedad necesaria (aunque enferma) y darle lo que ella requiere. Yo vivo en la sociedad, y me conformo con devolverle lo que tomo de ella.
No quiero una gran casa, porque no sé dónde querré vivir mañana. No quiero un gran empleo que desangre mis fuerzas y se lleve mi vida con él, pendiente constantemente de un móvil o de una cifras o resultados. Quiero un trabajo sin responsabilidad que me pague una cama, una ducha caliente y algún vicio de vez en cuando. No quiero gastar vacaciones en ir a algún exótico paraje que esté de moda, porque tengo playas, montes, ríos, mares y ciudades maravillosas a mi alcance.
Ya no veo la tele, al menos la programación que me ponen, veo las series que me llaman la atención, documentales que me hacen pensar y amueblan mi mente, las peliculas que no se llevan premios. No veo el telediario porque me sumergen en el Estado de Miedo, me dicen que mi vecino está loco y me quiere matar, que el cambio climático nos va a arrasar o que no voy a sobrevivir a la gripe A, y yo no me lo creo. Sólo quieren que me quede en casa y rinda en el trabajo. Juego a videojuegos que me permiten conducir a 250 km/h, resolver un crimen perfecto o asesinar sin quitar una vida real. Me permiten desahogar mis instintos. Leo mucho y de muchos estilos, pensamientos de personas de otros tiempos y de jóvenes con mis mismos problemas e inquietudes. Escribo lo que me gustaría leer. Veo la publicidad y la teletienda y me abruma la tontería que hay en el mundo y la venta de felicidad con tarjeta de crédito.
Quiero saber quién es mi enemigo, donde vive y cómo hacerlo sufrir, cómo desgastarlo y cómo vencerlo, descubrir un nuevo camino que me haga sentir libre. Quiero salir a pasear por mis interiores, que son tan grandes que me da vértigo. Quiero conocer el vasto mundo que me rodea. Quiero que la correa que me ata se rompa y sacarme a pasear con libertad, corriendo por los campos y bebiendo de los arroyos. Quiero sentir el sol de verano tostándome los brazos y la lluvia de primavera empapándome la cara.
Quiero volar por el cielo morado del atardecer. Quiero soñar. Quiero una invasión zombie que desajuste todo lo que conocemos, que nos despierte y saque nuestros instintos de supervivencia, que el rico y el pobre sean igual, el poderoso y el esclavo. Que seamos sólo carne corriendo. Que nuestro ingenio sea puesto a prueba. Y que gane el mejor.

viernes, 15 de enero de 2010

No puedo creer en el destino... porke el único ke conozco es la Muerte.


Querías que hablase de ti en mi rincón, el rincón de mis cosas. Y que quieres que diga. Acaso que eres una de las personas más increíbles que he conocido en los últimos años. Quizá que me has hecho recordar un mónton de momentos felices de mi pasado, momentos que veo que pueden repetirse, que no eran locuras de juventud sino una actitud diferente a la de la mayoría.
Quizá quieras que diga que eres tú ese cambio en mi vida, mi retorno a la nocturnidad. A la premeditación y a la alevosía. A la discusión filosófica. A la metafísica. Al ron con limón. Mi retorno a la ilusión, a la risa, al ingenio, a la locura. Al momento.
O quizá quieres que hable de billares, de las noches de buen juego, de las de suerte, de las de no me entra nada. Noches de vicio, conversación y risas. Joer, parece la definición de mi vida.
Quizá debiera hablar de conexión, de feeling, de compenetración. De no quedarse callado. De azar, de destino, de causas y de efectos. De Escocia-Irlanda-Dondequieraquesea. Pero que sea contigo.
Podría decir todas estas y muchas otras cosas. Y todas serían verdad.
Para ti, que sabes quien eres. La chica de los mil gorros.

miércoles, 6 de enero de 2010

Que tus manos digan...


Deja que mis ojos
se reflejen en los tuyos,
deja que nuestras voces
se transformen en murmullos.

Deja que la noche
se vaya haciendo día,
deja que las estrellas
iluminen mis fantasías.

Deja que tus manos digan
lo que tu corazón ansía,
deja que las palabras
se junten en una poesía.

Deja que tus miedos se asusten
con la llegada del sol,
deja que bese tus labios
para salvar mi corazón.

sábado, 2 de enero de 2010

Sin pedir permiso ni perdón


Ya no soy lo que era
ni tampoco lo que parezco
hay veces que deslumbro
y otras que me desvanezco.

Hay días que me como el mundo
otros son un pasillo estrecho
en que todo aquello que toco
se queda, como poco, maltrecho.

Pero hoy de todo tengo ganas
comer de la noche y beber del sol
respirar vida, exhalar el hastio
sin pedir permiso ni perdón.

viernes, 1 de enero de 2010

Con posibilidad de churrasco


Un año más se ha ido. Una vez más el muy cobarde se ha escapado con su habitual premeditación y alevosía, avisando con meses de antelación de su marcha. Se ha ido con sus hermanos mayores, esos últimos años que en mi vida se han ido cosiendo unos con otros sin dejar apenas poso. Y desde luego un poso que no apetece volver a saborear. Un año que empezó torcido y acabó rompiéndose (y con él mi alma) en mil pedazos. Un año que casi sin darse cuenta se fue arreglando a si mismo y que termina con una sensación ya olvidada: ilusión. Una ilusión perdida y robada a partes iguales, una ilusión que fue enterrada casi sin juicio previo.
No caeré en el error de preparar planes para el nuevo año, planes que ni cumpliremos en su gran mayoría ni nunca hemos considerado cumplir realmente. No. Este año empieza con una sensación nueva que acompaña a la olvidada ilusión: supervivencia. Este fue el año en que si algo aprendí fue a sobrevivir en un mundo de tristeza y paranoia que invadía mi mente. Del cual pude salir. La oscuridad se dispersó al fin, el cometa que había deslumbrado mi retina pasó para seguramente no volver y mis ojos volvieron a fijarse en las estrellas, esas estrellas que no era capaz de ver mientras estuve deslumbrado.
He recuperado algunos de mis viejos hábitos, con otra perspectiva, y he adquirido algunos nuevos, que supongo que forjarán el camino que espera a mis doloridos pies. Vuelvo a vivir de noche, cuando el fresco ayuda a l pensamiento y a la conversación. Conversaciones que desembocan en oscuros (y loados) tugurios que ennoblecen el alma y amueblan la mente. Quiero volver a vivir el momento, ese pequeño detalle que hace meses se me hubiese escapado y que hoy es capaz de arrancarme de nuevo la sonrisa. En mi vida ha salido de nuevo el sol, aunque conociéndome el parte metereológico me predice posibilidad de chubasco. O aprovechando la cenas de estos días debería decir posibilidad de churrasco.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Animales domesticados


Somos animales domesticados. Los primeros y por nosotros mismos. Seguramente las ventajas de esta domesticación superen abrumadoramente a los perjuicios que supone para el alma librepensante. Al menos eso demuestra el nivel de protección y llamémoslo evolución en que nos encontramos. Disfrutamos (el llamado primer mundo) de una calidad de vida en casi todos los aspectos excelente. No entraré hoy en términos de órdenes (o desórdenes) mundiales, causas, efectos, repercusiones. Ese es un tema muy largo para estas horas.

Para demostrar la domesticación a que somos sometidos, les remito a nuestros cachorros: los niños. Fíjense en ellos, en lo que son capaces de hacer físicamente en proporción a sus cuerpecitos minúsculos. No se rompen, caigan desde donde caigan. Saltan muros de casi dos metros (en proporción a un cuerpo adulto). Yo no sé ustedes, pero a mí me pesa mucho el culo.

Pero quiero centrarme hoy en la parte intelectual. Cuántas veces no habrán sabido contestar a la pregunta de un niño de 4 años, ustedes, mentes cultivadas en universidades y curtidas en la vida. Y no han podido contestar a esa pregunta no por tonta, sino por profunda. Tan profunda que un intelecto adulto ya no puede imaginar. Sin embargo, para el pensamiento de un niño que está descubriendo un mundo en el que aparentemente todo puede pasar, cualquier pregunta debería tener una respuesta correcta. Su mente aún no conoce los prejuicios, lo socialmente aceptable, la opinión de la mayoría. Los padres y profesores nos hacen ver, inconscientemente, que todas las preguntas importantes ya están correctamente formuladas, y que la mayoría ya tienen una respuesta correcta adjudicada. Por eso con los años aumentan nuestros conocimientos, pero se nos olvida poco a poco el pensar, el buscar nuevas preguntas y respuestas. Dejamos de inventar juegos para jugar a los que nos enseñan. Dejamos de inventar pensamientos a medida que aprendemos los de otros.

No me malinterpreten, esto no es malo, la sociedad avanza gracias a los errores y aciertos de los pueblos pasados, gracias a sus derrotas y a sus victorias. Para inventar la televisión no tuvieron que crear la radio antes, de eso ya se había encargado otro genio. La memoria colectiva nos enseña, nos ahorra pasos que ya no tenemos que dar para llegar a un sitio.

Pero sí que considero que en un mundo cambiante, a veces día a día, no debemos dar por sentado lo que otros nos dicen. Sobretodo viviendo en un mundo que pasó de ser plano a global, un mundo que pasó de ser el centro del universo a ser un grano de arena que rueda y rueda en un enorme desierto. Recuerden que a esas personas que lograron esos cambios en el pensamiento se les consideró locos en su día, muchos murieron pobres o quemados en la hoguera. Hoy en día se les considera genios. Se les considera héroes.

Estudien, sí, pero piensen. Inventen algo. Jueguen. Aprendan juegos de sus hijos. Dibujen, escriban un libro. Sólo para que lo vean sus seres queridos. Quién sabe, a lo mejor hay un genio en su interior.

jueves, 30 de julio de 2009

Conclusiones

Todo, cómo no, empezó y acabó con una chica. En el fondo, en esta vida todo lo mueve el amor en alguna de sus formas: amistad, fe, odio, riqueza. Todas ellas, por diferentes que parezcan, conllevan las mismas sensaciones: necesidad, búsqueda, sacrificio, satisfacción y pérdida. Pero estamos vivos para sentirlas, si no pa qué...