Me encanta este vídeo...
No sé si es porque sólo les enfocan las caras y las manos, no hay planos generales, o por cómo echa el humo el Julian, o por los enfoques de sus coronillas mientras tocan, o por los caretos que ponen a veces...
No sé por qué... pero me encanta este vídeo...
Dicen que el hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir. Pero muchas veces eso no es cierto, hay muchas cosas que merece la pena decir aunque parezcan tonterías, al igual que muchas otras veces un silencio puede estar lleno de significado. Para eso este pequeño rincón, para contar mis tonterías, que para algo son mías. Un abrazo a todos los incautos que se aventuren en ellas.
domingo, 2 de noviembre de 2008
domingo, 12 de octubre de 2008
Amig@, fuma conmigo

Por primera vez voy a publicar algo que no ha salido de mi mano ni de mi mente, pero que, dicen, por estilo y contenido perfectamente podría haberlo hecho. Ignoro quien es el autor, porque es un texto que me ha pasado Naza, pero desde este humilde rincón de mi mundo, quiero agradecerle su punto de vista.
Aquí, el que suscribe, acepta todos los dictámenes, médicos y no médicos, en contra del tabaco. Incluso estoy dispuesto a escuchar a cualquier doctor que, entre bocanada y bocanada de humo, me aconseje dejar esto que dicen un vicio. Un servidor fuma sin descanso. No sé, unos cuarenta cigarrillos al día. El médico y los amigos, amén de mi 'santa', tienen razón al decirme que abandone el tabaco, pero es que contemplan la cuestión bajo un solo punto de vista y en realidad la cosa es mucho, mucho más compleja...
Los momentos estelares de mi vida, las grandes decisiones de mi paso por este llamado valle de lágrimas, siempre me han sorprendido con un cigarrillo suspendido en la comisura de los labios. Recuerdo que junto a mí, en los momentos dramáticos y difíciles de mi vida había siempre ceniceros repletos de colillas. Fumando pasé las largas horas de las desconsoladas vigilias junto a mis muertos más queridos. Fumando corregí esos intratables 'tochos' de galeradas que había que tener sin falta a la mañana. Fumando escuché las palabras de mis mejores amigas y amigos... Yo debería de poner en mi tarjeta de visita: 'Fulanito de Tal y Tal. Fumador empedernido', así como en mi esquela ya tengo dicho figure 'Dejó de fumar el tantos de tantos de dos mil tantos'.
Adoro ese cigarrillo de las mañanas, a estómago vacío, cuando el humo penetra dolorosamente en las entrañas y produce el deleite lancerante de una herida voluptuosa...
Adoro el cigarrillo desfallecido y horizontal que subraya el amor...
Adoro el cigarrillo del diálogo, que nos da humo para componer añadidos al margen y para marcar 'deles' en tantas pruebas farragosas e inteligibles en las lecturas hasta el alba...
Amo el cigarrillo de la meditación y de las difíciles decisiones, que nubla los ojos, esclarece la mente y aclara el espíritu...
Adoro el cigarrillo de después de la comida, que podría decir es mi sutil oración de humo para purificar la grosera servidumbre fisiológica de esa ingesta...
Cultivo, en fin, el cigarrillo de la paz y mucho más el que sirve para olvidar las ofensas.
Ofrecer un cigarrillo a alguien es, a veces, como pedir perdón, como decir que uno lo ha olvidado todo, como dar la mano con aragonesa nobleza... ¡Amigo-a, fuma conmigo!
Desconfío instintivamente de los que no fuman, y más, mucho más, de los que dicen han abandonado el tabaco. Un tío-a que no fuma es un egoísta con voluntad de hierro, incapaz de una flaqueza de amistad, de un sacrificio por el prójimo. Un fumador empedernido puede dar la vida por ti, no lo dudes, y más si es por un pitillo. Uno que no fuma lo que te dice es que lo dejes, que abandones, que no merece la pena. Un tío que fume en pipa puede darte un buen consejo, una buena información, incluso hasta una carta de recomendación. Un tío-a que fume rubio puede llegar a prestarte hasta cien euros para sacarte de ese apuro perentorio que te atormenta. Un tío-a que lía los cigarrillos a mano con esas hebras rubias y de fragante aroma, insertándole esa boquilla blanca e impoluta en ese papel de arroz, ¡ni se sabe lo que podría hacer por ti...! Un tío-a que no fuma es un enemigo en potencia de la sociedad, un insolidario que nada aporta al erario público, un enfermo de complejo de superioridad, un engreído, un soberbio, un prepotente...
Si yo no fumase sería otro hombre. Los pocos minutos que tardo en consumir un cigarrillo me han salvado de muchos pensamientos apresurados, de muchas decisiones atolondradas, de muchas palabras crueles e inútiles, de muchos ademanes impremeditados y, sobre todo, de muchas tentaciones. Creo, sinceramente, que el tabaco me ha ayudado a ser más bueno, más generoso, más comprensivo con mi prójimo.
Quien ha pedido una sola vez, angustiado, un cigarrillo a alguien que no conocía, o a su vez se lo ha dado a ese alguien que se lo requería, se ha curado de la terrible enfermedad de la tacañería material y también espiritual que tanto nos aqueja y sin requerir nada a cambio, sólo con esa infinita humildad compartida. Esto nos sirve, en una palabra, para mirar con exquisita benevolencia los pecados y defectos de los demás y ¡también los nuestros! ¡Amigo-a, fuma conmigo!
Tal vez esté yo condenado a ser una víctima más del tabaco, no lo dudo. Tal vez mi incurable afición al tabaco me haga morir de cáncer de pulmón, de garganta, de sabe quién qué otras metástasis, o quizá asfixiado por el asma. Tal vez la nicotina, el alquitrán y los otros mil componentes que le adicionan al tabaco estén ya royendo mis pulmones como un pequeño y detestable animalucho negro que engorda cada día... Pero, amigos, no pienso dejar el tabaco. Intentaré seguir fumando mis cuarenta pitillos diarios. Cuando vea llegar la muerte, yo, que me considero libre de credos y dioses, susurraré a quien tenga cerca una humilde súplica, la última: 'Uno solo, el último...'. Ese último cigarrillo mío será el del ¡adiós!, el cigarrillo de mi contrición, el cigarrillo del perdón, el cigarrillo pidiendo me perdonen si alguna vez ofendí, el cigarrillo que me encantaría compartir contigo, amigo-a.
domingo, 31 de agosto de 2008
Tormenta de verano

Llueve. Debe de ser una de esas tormentas de verano, que vienen después de todo un día de calor y bochorno. Las gotas son grandes y te hacen estremecer cuando las primeras tocan tu nuca. Están heladas. Los relámpagos desgarran la noche, y por primera vez desde que eras pequeño, te asustan. Te asustan porque sabes que no sólo rompen las nubes, sino que es tu alma la que queda hecha jirones. Entonces caes en la cuenta de que no son gotas de lluvia lo que empapa tus mejillas, sino tus propias lágrimas. Despiertas y la realidad choca contra tí como un tren que sabes que has perdido y que no volverá a pasar. Hace mucho que compraste el billete y ya has olvidado lo que te costó conseguirlo. Un billete para el tren de los sueños, y por estúpido el tren se ha ido sin tí. Vuelves a notar la lluvia en tu cara, más amarga que nunca, porque antes llorabas por lo que nunca tendrías, pero ahora lloras por lo que has probado y ya no podrás volver a saborear.
viernes, 8 de agosto de 2008
Robertadas...

La otra noche salimos los compañeros del trabajo para hacer una cena de despedida a Camilo, un colega que ha sido ascendido y se va a otra tienda. La noche iba bien, muchas risas, buen rollo y rica cena. Tras comer entramos en una cervecería irlandesa a tomar algo y comenzamos a beber, sin llegar a cocernos. Nos lo pasamos realmente bien y ya era la hora del cierre del garito. Educadamente nos echaron.
Salimos del sitio, estuvimos un rato más hablando en la calle y ya nos despedimos. Y aquí comienza lo que Naza llamaría la "robertada". Iba ya camino de casa pensando en ponerme una peli y quedarme dormido en el sofá (algo que se me antojaba realmente apetecible) y planteándome coger un taxi para ahorrarme la caminata, cuando me paro y me doy cuenta de que no llevo la mochila. He de explicar que siempre llevo mochila o bolso, pero que tengo una facilidad increíble para olvidarlo en los garitos oscuros. ¿Y qué había en la mochila? Pues nada menos que las llaves de casa y el móvil. Esto no parecería muy preocupante a no ser (como es el caso) que tu amiga y compañera de piso se encuentra a 600 kilómetros y no te sabes el teléfono de nadie a quien llamar. En ese momento casi me da algo. Gran contraste hay entre llegar a casa y dormir fresquito y de repente darte cuenta de que la noche la vas a pasar tirado en un puto parque. Y dentro de lo que cabe esto no me preocupaba, lo que me agarró los nervios al estómago fue el hecho de que mi perro sólo tiene tres meses e iban a pasar unas 15 horas, con suerte hasta que pudiese entrar en casa y ponerle agua nueva.
Pero nada podía hacer. Por matar el tiempo ma pasé por la plaza del ayuntamiento y la Plaza de la Reina, donde pese a ser miércoles, había bastante ambiente. Me tomé una cerveza en una terraza y decidí encaminarme a casa por andar, despejarme la mente y hacer un poco más de tiempo.
Encontré en el barrio un banco lo suficientemente oscuro para poder echarme una siestecita sin que me viera la gente que pasara, aunque para esa hora poca gente pasó ya. Me desperté al poco rato y me acerqué a ver la hora a la máquina del tranvía, porque por supuesto tampoco tenía reloj. Eran casi las 5 de la mañana y faltaba casi una hora para que pasará el primer tranvía. Me volví al banco a fumarme un piti y echarme otro rato, y a la hora fui a coger el tranvía y me fui a la playa. Llegué todavía de noche, estuve fumando y viendo las luces en el horizonte de los barcos que todavía no habían vuelto de faenar, y a los barrenderos con su camión limpiando la playa. Vi como el amanecer teñía de morado, rosa y finalmente naranja el mar. Increíble. La arena estaba helada, pero finalmente apareció un disco rojo al fondo y empecé a entrar en calor. La gente baja increíblemente temprano a la playa, a correr, a pasear al perro e incluso a darse un baño. Supongo que serían las ocho de la mañana cuando la arena empezó a tener una temperatura agradable, me quité la camiseta y me acosté boca abajo a dormir. Eran las diez y media cuando me desperté, en la playa ya había bastante gente para la hora que era, sobretodo madres con niños. Me fumé otro cigarro y me acerqué a la parada del tranvía para acercarme al centro.
Por supuesto que el bar seguía cerrado, y la angustia volvió a agarrarse a mi estómago. Llevaba más de doce horas sin poder ir a casa, y aunque Bonzo está solo tanto tiempo habitualmente debido a nuestro trabajo, no sabía cuantas horas faltarían hasta que abriera el garito.
Y ya voy abreviando. Estuve en la cafetería en que trabajo hasta las tres de la tarde, que por fin abrió la cervecería y pude coger la mochila. Al llegar a casa el perro estaba, por supuesto, perfectamente, mi estómago bajó hasta su sitio de nuevo y tras un largo paseo con Bonzo pude acostarme en una cómoda, limpia y fresca cama.
viernes, 18 de julio de 2008
Una vida perra (I)
Soy un perro en un mundo de humanos. A algunos les parecerá una suerte, dedicarse, como ellos creen, quasi exclusivamente a comer, jugar y dormir. Pero pónganse en mi lugar. Si desde que se levantan hasta que se acuestan los días se van cosiendo mientras aguantas actitudes y comportamientos de unos seres presumiblemente superiores, cuyos únicos méritos son andar a dos patas y coger las cosas con las zarpas. He de reconocer que envidio en ocasiones esa habilidad, porque coño, no saben ustedes lo que es que todo lo que tocas se te llene de babas.
A lo largo de estas líneas iré contándoles, a través de mis ojos, los ridículos asuntos que mi perruna inteligencia tiene que soportar.
CAPÍTULO I___ADOPCIÓN
Fue una templada tarde de principios del verano cuando mis juegos con mis hermanos fueron interrumpidos por una extraña humana que me metió en una mochila apestosa y luego en una cosa con ruedas que se movía mu deprisa. No hacía más que dar vueltas y el calor de la mochila era insoportable, pero a la mu jodía le extrañaba que mi único objetivo fuera salirme. Por fin mi cabezonería perruna pudo con sus cojones cuadrados, y conseguí hacerme un hueco en el asiento de su lado. Lo que no pararon fueron los traqueteos y las vueltas, que hicieron gluglú en mi estómago y pude ver mi merienda por segunda vez en aquella tarde. Hostias, que se ponga ella en mi sitio, ya verás.
Cuando por fin parece que me fui acostumbrando a la situación aparece el tío más grande que he visto en mi vida y me quita el sitio, aunque por lo menso se pasó el resto del viaje acariciándome las orejas. Mola.
CAPÍTULO II___PERIÓDICOS
Creo que la primera cosa que me hizo flipar sobremanera con estos humanos tan raros fue su manía con mis cosas. Les reto a que pidan a alguien que cada vez que estén meando o cagando, le corten la susodicha (y de paso la digestión) cogiéndole en brazos y gritando sin parar como posesos ¡no! ¡no! ¡al periódico!, y le lleven a un rincón lleno de letras que no entiendo... Y explíquele usted que, joder, si a ellos los mola leer en el baño, me traigan el periódico a donde esté yo y no al revés, que el periódico pesa menos (luego ellos presumen de ser los inteligentes). Un puto mes sin poder echar la cagada del tirón. Al fin, cuando por fin les haces caso y vas al papel pa que te dejen hacerlo agusto, te dan una galleta... y vuelves a pensar: mola.
Esto es todo por ahora, que no saben lo que agota pulsar estas teclillas tan chicas con unas zarpas como el culo de un vaso.
Saludos perrunos de Bonzo.
miércoles, 16 de julio de 2008
Tenacious D
Conocí a ese extraño (y con los años descubrí que polifacético) personaje llamado Jack Black hace muchos años en una de las películas que, junto con Scream, contribuyó a poner de moda las teen movies de terror: aún se lo que hicistéis el último verano. En esa peli el señor Black ponía la nota de humor, aunque claro, moría. Él era un camello rastafari y siempre me acordé de él por la escena de calentón en que sale de la piscina y les ofrece hierba, lo que me impactó fue que le da la vuelta a un porro que lleva dentro de la boca y sigue encendido.
Pues bien, después de muchos años y haberme reído con él en muchas otras películas, me enteré de que su otra faceta artística es la de músico, y gracias a Chechi (tío a ver si subo pa Madrid y nos tomamos unas birras) he podido disfrutar con sus videos. Tenacious D, se llaman el tío y su compadre.
¿Genio? ¿Locura? Juzgad vosotros mismos, yo siempre he pensado que la barrera entre ambos límites es demasiado estrecha.
Pues bien, después de muchos años y haberme reído con él en muchas otras películas, me enteré de que su otra faceta artística es la de músico, y gracias a Chechi (tío a ver si subo pa Madrid y nos tomamos unas birras) he podido disfrutar con sus videos. Tenacious D, se llaman el tío y su compadre.
¿Genio? ¿Locura? Juzgad vosotros mismos, yo siempre he pensado que la barrera entre ambos límites es demasiado estrecha.
domingo, 29 de junio de 2008
Y volvimos a creer en el fútbol...
Demasiados años. Tantos como para que una generación entera no conozcamos lo que es ver a España más allá de cuartos de final en una competición. Tanta mala suerte no es posible, los españoles somos los mejores en casi todos los deportes, o lo hemos sido en algún momento, pero se nos escapaba el deporte rey. La suerte, esa deseada prostituta, ha vuelto los ojos hacia una selección que, casualmente o no, es la más joven de los últimos años, precisamente esa generación que quiere ver a España llegar a lo más alto. Y la ha mirado por su juego, el más bonito; su equipo, el más compacto; su seleccionador, el más listo; y su afición, la más deportiva. Este año nos lo creímos, se lo creyó el míster, se lo creyó el equipo, y a base de esfuerzo, sufrimiento y deportividad, nos hacen el regalo más ansiado: la ilusión de creer que esos 23 héroes capitaneados por un titán en todos los aspectos como Casillas, van a volver con el preciado trofeo, el triunfo en el continente en que mejor fútbol se ve. Ellos pueden, lo saben y van a demostrarlo. Porque el fútbol, el buen fútbol, se lo debe. Hoy.
lunes, 2 de junio de 2008
Dichas y desdichas
Tuve a bien llegar a este mundo un mes de mayo hace 26 años, en una familia que me quería y que muy probablemente jamás he merecido. Mis padres siempre me han apoyado y perdonado todos los (numerosos) errores que he ido cometiendo a lo largo de esta vida. Sé que nunca han entendido o compartido muchas decisiones que he tomado, pero aún así, repito, nunca me han dado la espalda. Y eso es algo que aún a día de hoy, no he sabido recompensarles.
Fui un niño feliz que creció en su mundo de fantasía, criado de la mano de mis padres pero viviendo aventuras que no eran mías sino que leía en los libros. Hubo muchas cosas que dejé de hacer por pereza (mi principal pecado, aunque los junto casi todos), y hoy me arrepiento, quizá por eso es frecuente verme haciendo hoy tonterías propias de un chaval de 15 años.
He vivido en Madrid toda mi vida, por lo que llevo un cachillo de su chulería metido en el corazón, pero llevo 6 meses en Valencia, viviendo con mi mejor amiga. Ella es el faro que alumbra mi vida y pone un poco de orden en mi vida. Cuida de mí y yo cuido de ella.
Y creo que como rápido resumen y contextualización de mi vida ya está bien, que tampoco quiero aburrir y lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Fui un niño feliz que creció en su mundo de fantasía, criado de la mano de mis padres pero viviendo aventuras que no eran mías sino que leía en los libros. Hubo muchas cosas que dejé de hacer por pereza (mi principal pecado, aunque los junto casi todos), y hoy me arrepiento, quizá por eso es frecuente verme haciendo hoy tonterías propias de un chaval de 15 años.
He vivido en Madrid toda mi vida, por lo que llevo un cachillo de su chulería metido en el corazón, pero llevo 6 meses en Valencia, viviendo con mi mejor amiga. Ella es el faro que alumbra mi vida y pone un poco de orden en mi vida. Cuida de mí y yo cuido de ella.
Y creo que como rápido resumen y contextualización de mi vida ya está bien, que tampoco quiero aburrir y lo bueno, si breve, dos veces bueno.
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